“ –Yo creo que ustedes dos chicas, no deberían romper.
- Y eso? porqué?
– - Pienso que ya están viejas.”
Cada año se suele ‘recompensar’ a una película del género de la comedia indie para los eventos de premiación en todas partes del mundo, bueno, a quien engaño, sólo en Norteamérica. Jeje. Recordemos entonces la estela de ‘Sideways’ (Alexander Payne, 2004); ‘Little Miss Sunshine’ (Jonathan Dayton, 2006) y ‘Juno’ (Jason Reitman, 2007). Películas realizadas para complacer a un segmento de la audiencia y a los críticos y que tienen la barrera de vencer los prejuicios y la mentalidad del espectador fuera de los USA.
Películas vendidas como comedias comerciales cuando no lo son, un error atribuible a nosotros mismos ya que en su país de origen conocen sus orígenes y nosotros aquí en Latinoamérica no tenemos los suficientes datos por nuestra pobre infraestructura de programas de espectáculo así que debemos arriesgarnos al visionado encontrándonos con una calidad diversa, divertirnos? si fuera posible y en el caso de las anteriormente mencionadas, sí; no solo divirtieron, también hicieron pensar: la familia frente al apoyo de su pequeña señorita Sunshine ó la decisión de la maternidad prematura frente a las opciones de una mejor vida para el bebé de Juno.
Éste no es el caso de '’Los Chicos están bien’.
Aunque prometía, al menos para nuestro tipo de público, una buena comedia. Nic y Jules son un matrimonio establecido que viven en California junto a sus dos hijos: Joni de 18 y Laser de 15, concebidos por cada una mediante fertilización – El hecho de que Nic y Jules sean mujeres no es siquiera el dato de impacto en una sociedad que corre en la transformación social del concepto de ‘familia’ – y teniendo a puertas la partida de Joni a la Universidad.
Tras la curiosidad de Laser, ambos hermanos conocen a Paul; el donante de esperma que vive una vida sencilla y libre de responsabilidades familiares, los chicos logran la inserción de Paul a su familia provocando varias sensaciones críticas en sus integrantes: desconcierto, confianza, desconfianza, incertidumbre y desorden. Pero parece que la ejecución del tema no se nota en la película por su guión: lleno de elementos que aportan poco (como el amigo de Laser) o por giros muy bruscos en la misma historia, quedando a la mitad de todo: a mitad del conflicto entre las anteriormente sólidas madres, a mitad de la inserción de Paul en la vida de los chicos y a mitad de entender el corazón de Joni frente a su futuro, quien diría, el personaje de Laser es el menos complicado y el más sincero de todos.
Incompleta en sus objetivos, la dirección y guión de Lisa Chodolenko – esposa de la guitarrista Wendy Melvoin – no explotan las cualidades de actrices tan solventes como Julianne Moore ó Annette Bening, quien inmerecidamente se consideraba la otra favorita en la categoría a mejor actriz en los Oscar este año; su personaje tiene grandes momentos pero no es nada que cualquier capítulo de ‘The L Word’ no brinde. Por cierto que Chodolenko también fué directora circunstancial de la mítica serie.
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