“ Harry Potter, el muchacho que sobrevivió, vino aquí a morir… Avada kedavra!”.(Lord Voldemort)
Y se acabó, este especial que nos ha conducido por 10 años de magia en el cine, de muchas películas comerciales que deseaban también ser artísticas, con muchas más luces afortunadamente que sombras y que ha dejado ya un legado importante en una época en la que el cine necesitaba de una saga de este calibre para ver de lo que es capaz esta industria, de lo que es capaz el sector para entretener y emocionar al respetable, al soberano.
La historia del final
Encadenamos directamente con los sucesos de ‘Las Reliquias de la Muerte parte 1’ donde Harry hja reunido la información suficiente para ir por el siguiente horrocrux, Voldemort tampoco está tranquilo ya que se apodera de la varita de Dumbledore y planifica la intervención contra sus enemigos. Harry procede a ingresar y luego salir del banco de los duendes y junto a Ron y Hermione logran infiltrarse en Hogwarts. Snape es retado por Harry quien a su vez anima a la escuela a rebelarse, pero Voldemort no tendrá consideración y prepara la toma de todo el castillo, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, porque desea la muerte de Potter y el dominio de su mundo. Harry descubre las conexiones con los demás horrocruxes en una tensión terrible y contra el tiempo, el poco tiempo.
La lucha en el castillo se realizó con la dosis muy cuidada de drama para provocar preocupación entre los espectadores, los amigos de Potter tanto los jóvenes como los adultos se predisponen a pelear y luchan de manera digna, empero vuelve a salir (y por última vez al fin) la terrible falta de personalidad del director. Y es que David ya no tenía excusas! con una fotografía y unos efectos exquisitos, comienza a dudar en la interpretación de un guión que debía ayudarle a no pensar demasiado. Las escenas de la batalla son mixtas siendo capaz de presentarnos secuencias increíbles (como la marcha de los tres amigos en medio del fragor del combate) y siendo capaz también de aburrir soberanamente con cortes de los montajes de acción (Ron y Hermione en una escena romántica vergonzosa con el basilisco).
Orgullo técnico y actoral
Nada que objetar en la dirección de actores, todos cumplen y todos están inmersos en la historia. Sólo que algunos aparecen ya como viñetas de una historia de por sí compleja, dado que ahora todos deben encontrarse: los buenos contra los malos. Se sale en forma satisfactoria de esta labor que en otros films puede provocar disgustos y se agradece que a todo este esfuerzo la parte final de la película presente una labor técnica encomiable: el sonido, los efectos, la música del contundente Alexandre Desplat y la fotografia de Eduardo Serra. Aquí permítanme rendir mi tributo particular a ese gran actor de nombre Alan Rickman; cuya presencia como Severus Snape hace creíble su personaje tan complejo y que dice tanto sin siquiera usar diálogos, sin duda que ya le deben una nominación a cualquier premio que deba recompensar a alguien.
Inseguridad y falta de decisión en esas muertes de cristal
Duele pensar después del gran espectáculo vivido con el film que tal vez habría alcanzado una cota de película de lujo si se hubieran tomado ciertas decisiones más firmes, más seguras. Empero Yates apenas logra empatar el esfuerzo de ‘Parte 1’, y dándonos muchas cosas que sí deseamos ver: el conflicto, las peleas y el drama de la muerte por una causa personal, por una creencia, todo eso sí está bien elaborado. Pero su manejo de otras escenas igual de dramática no es suficiente, mucho apresuramiento (al menos a la hora de contar las tragedias después de la primera noche) y mucha ausencia de recursos (como en el blanco limbo) y la casi nula ecplicación de la motivación del señor oscuro, tantos detalles me hacen pensar que en manos de otro director hubiera quedado mejor. Asimismo se muestra poco seguro en los combates mano a mano ya que la decisión de cuidar del visionado a los más peques con muertes sin recurrir al cutrerío de la sangre ha sido una decisión valiente, no sorprende el sinsabor que me deja, pero valiente debo reconocerlo.
Conclusión: un final y un legado.
Mucha alegría y muchos cabos sueltos que fueron atados en esta entrega superan la dirección impersonal de Yates, alegra ver un film que crece a cada minuto y que salvo esos detalles del tipo ‘otra forma hubiera quedado mejor’ tenemos una película homenaje, que ha respetado el crecimiento normal y natural de los espectadores en 10 años y que trata muy bien el tema de la responsabilidad (en especial en la complicada decisión de Harry) y el enfrentamiento a la muerte, un film sobre el paso a la madurez y también del respeto a los mentores y héroes de otros tiempos. La escena del final queda tan hermosa que desearíamos volver al principio y vivir las aventuras de un niño mago, huérfano y que arrastra la marca de la persona que quiso destruirle, deseamos vivir de nuevo esas emociones que no podrán ser porque ya se acabó todo.
Y con los críticos (sobrevalorando) este cierre y el público agradeciendo esta conclusión otorgándole cifras astronómicas, estamos a tiempo de seguir disfrutando este film bien elaborado y que cierra una época en la historia del cine, a la expectativa de que otra saga la iguale. Lo dudo mucho, pero siempre hay que creer.
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