“ ¡Nunca cambiaré! ¡Le amaré siempre!” .(Chiyoko)
Para el siguiente trabajo de Satoshi Kon tuvimos que esperar tres largos y duros años. Se cuenta que tras el extraordinario éxito de ‘Perfect Blue’ Kon deseaba adaptar la novela ‘Paprika’ empero la bancarrota de la distribuidora de su anterior film le motivó a otros rumbos. El productor Taro Maki le ofreció la dirección de otra historia con amplia libertad siempre que mantuviera su estilo de interrelación entre la realidad y la fantasía. Kon escribió una historia fascinante junto a Sadayuji Murai y que le quitaría el horror psicológico que le hizo famoso antes, mantendría la débil barrera de la imaginación humana y añadiría un toque épico e histórico a su siguiente historia teniendo como protagonista a una actriz de cine y siendo testigos de la reconstrucción de su vida. Mis amigos, con ustedes, tengo el grato gusto de reseñarles una obra importante de la animación japonesa y del cine mundial, camino de convertirse en el clásico que se merece, diez años han pasado para que al fin se pueda admirar como corresponde a ‘La Actriz del Milenio’.
Los recuerdos de un admirador
Genya Tachibana es un director experimentado que junto a su joven operador aprovecha la destrucción de unos estudios antiguos de Japón para visitar a la estrella retirada Chiyoko Fujiwara. Pretende hacerle un documental dada su gran admiración hacia su divina y respetada actriz y de paso aprovecha para devolverle un objeto preciado: una llave. Chiyoko ya es una señora de edad y comienza a recordar, junto con Genya, su asistente y todos nosotros como privilegiados expectadores… su maravillosa historia. Desde niña, su encuentro con el poseedor de la llave, un muchacho artista de quien queda enamorada a temprana edad y con quien promete reunirse luego de la terrible guerra, vemos sus aspiraciones, pocas alegrías y demasiadas frustraciones a la hora de buscar a su hombre; vemos el paso inexorable del tiempo, la evolución de la industria cinematográfica en Japón, en cambio de su sociedad y las duras condiciones que ella y su gente han pasado en estos últimos 80 años.
Pero nuestra protagonista es Chiyoko, en retrospectiva vemos sus inicios en el cine japonés, sus viajes y recuerdos confundidos con las protagonistas de sus películas, todo, pero todo es puesto a nuestros ojos en todas las edades de su país. Es una maravilla de guión que arriesga nuevamente a desdoblar las realidades para atraparnos con la brillante dirección del maestro, si bien Chiyoko recuerda su vida terrenal también se compromete, gracias a su papel de actriz consagrada, a brindar todo de ella para sus papeles de princesa medieval, de geisha, de dramática mujer moderna y de astronauta. Cuántos años, cuántas décadas y siglos cubren sus personajes? Chiyoko carga en sus hombros con mil años de historia, de pasado, presente y futuro.
Amor infinito, sin tiempo y sin límites
Pero conocer el alcance del guión no es lo más importante del film, es más, se podría decir que es incluso un accesorio; lo más importante creo yo y de seguro los sabía el maestro Kon era brindarnos una historia de un amor eterno, romántica, sin tiempos y sin concesiones. Sufrimos al ver a Chiyoko aferrarse al recuerdo de un hombre casi imposible de alcanzar, duele verle correr para alcanzar un ideal a la que ella ha entregado su propio corazón (por eso la simbología de la llave es más dolorosa de lo que parece a primera vista), y afecta verla entregada a sus papeles para cumplir con una promesa difícil de hacerse realidad, Kon dirige a una figura animada con la suficiente vida para hacernos creer que es real, porque como Chiyoko, muchas personas pueden llegar a amar sin importar distancias y sin importarles el tiempo.
Es pues, un perfecto milagro! comprimir semejantes emociones en una película de 87 minutos, animada con mucho esmero, utilizando de forma exacta y exquisita los colores y los matices para las locaciones y edades de Chiyoko; con planos clásicos, con homenajes al cine de todos los tiempos (como ‘Trono de Sangre’ de Kurosawa y ‘2001 Odisea en el Espacio’ de Kubrick entre otros) además de contar con la música new age de Susumu Hirasawa a quien recordamos por el soundtrack de la serie Bersek; se podría decir que hace diez años y tras tres de producción, lo conseguido sólo puede resumirse con pocas palabras: se hizo un clásico.
Difícil de superar para el actual cine dramático/histórico y cubriendo todo lo propuesto sin caer en ambiciones de autor, Satoshi Kon entrega una película que ha influido hasta nuestros días en muchos de sus estudiantes y admiradores más reconocidos: la temática del amor a pesar del tiempo que exportó Darren Aronofsky en ‘The Fountain’ ó la destrucción y terremotos como algo previo a los saltos en el tiempo que fué utilizado en ‘Inception’ de Christopher Nolan, ejemplos de un legado contundente y elegante que apenas comienza, como la última escena de Chiyoko, su gran viaje estelar.
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