miércoles, noviembre 30, 2011

La Saga Millennium: ‘La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina’

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Lisbeth detesta a los hombres que maltratan a las mujeres… estoy seguro que no fué ella”.
- Mikael Bloomkvist.

Para el 2009 la YB Films lanzaba a toda prisa la segunda parte de la saga Millennium, aprovechaba el gran éxito logrado por la primera parte y repetía con los actores principales: Noomi Rapace y Michael Nyqvist. El único y gran cambio sentido se deparó en la silla del director: Daniel Alfredson tomaba la posta que de manera brillante había dejado Niels Arden Oplev con el inicio de la trilogía y aunque ésta segunda parte no defrauda, tiene menos poesía y oscuridad que la primera y venerada película.


El pasado persigue a Lisbeth
Con su nueva vida casi arreglada Lisbeth confía su antiguo apartamento a su ex amante, mientras tanto ‘Millennium’ continúa con su línea de ser una editorial riesgosa y comienza a publicar una serie de reportajes muy polémicos: las redes de prostitución y tráfico de menores en la Europa oriental. Mikael Bloomkvist y sus compañeros de la editorial se sienten muy animados por esta nueva forma de destapar escándalos sucios de la sociedad sueca pero los intereses que se han tocado son más grandes de lo imaginado. Ocurre el sangriento asesinato de uno de los editores y se culpa a la exiliada Lisbeth en todos los medios posibles, Lis queda sorprendida y debe retornar a aclarar la trampa que le han montado. Mikael le cree pero realiza su investigación de forma separada y mientras le apoya en la distancia va conociendo detalles lúgubres e impactantes de la niñez de Salander, muy impactantes como el mismo título del libro.
En términos muy cinematográficos podemos comparar el inicio de esta historia con otra segunda parte: ‘La Supremacía de Bourne’ (Paul Greengrass) pero poco a poco va adquiriendo un tono oscuro y al final violento que parece que asistimos a una película de Tarantino. El difícil y complicado pasado de Lisbeth se asocia con unos recuerdos de maltratos hacia su madre y la figura tiránica del despiadado padre, quien se ha convertido en un poderoso mafioso del comercio sexual. Parece un acierto que la historia se vuelva más personal y podamos conocer más sobre nuestra chica, pero a costa de seguir dos hilos narrativos paralelos.

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Y mientras Lisbeth descubre quién se encuentra tras la trampa que le han tendido, Mikael procura colaborar a su amiga obteniendo información delicada, conoce más de la tortuosa vida de Lis y se horroriza. Los compañeros de Lisbeth también sufren, son atacados por las fuerzas oscuras detrás de los intereses de las redes de trata de mujeres, nada parece seguro y al final requieren de mayor suerte para sobrevivir. Veremos sufrir físicamente a Lis que ya es presa de su propio pasado, pero también veremos cómo separa sus sentimientos: la necesidad de venganza supera toda atadura con su familia, no hay misericordia, no hay perdón.

La elección de Alfredson no cambia la fotografía ni la edición vistos en ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’. Empero se notan muchos de los cambios que hacían a la primera película un ejemplo de thriller y cine de detectives muy solvente; se percibe en el apresurado manejo de interiores y en el extenso tiempo reservado para armar la escena final, con todo y ello el film pasa las dos horas pero tiene 20 minutos menos que su antecesora. Talvez la estrategia era resumida ya que se cuenta con una base sólida de fans pero como una película considerada de forma unitaria y sin depender de su precuela ó de su secuela deja mucho que desear. Un ejemplo claro de lo planteado se puede ver en – vuelvo a reiterar – la ‘Supremacía de Bourne’, película que se sostiene por sí misma. Ni mencionamos el peso específico de , digamos, ‘El Caballero Oscuro’.

Con la mitad de los misterios de la trilogía resueltos ahora queda observar cómo se enfrenta nuestra Lisbeth al desenlace de su aventura, para ello y gracias a la filmación continuada en poco tiempo se prepara el gran final de la saga Millennium.

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La Saga Millennium: ‘Los Hombres que no amaban a las mujeres’

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